Una conexión científica entre
dos maestros del misterio:

Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft

Quisiera escribir un cuento de terror; tengo mi hoja en blanco y las ideas no acuden… ¿Cómo asustarlos a ustedes, lectores? No hay caso, no consigo idear una historia tenebrosa; trataré, al menos, generar algo de suspenso, lograr un misterio inquietante… Tampoco. No hay caso. En vez de un cuento, escribiré un ensayo sobre los maestros del terror, suspenso, cosas indecibles y oscuros misterios.
No es un misterio que H.P. Lovecraft, el escritor de Providence, Rhode Island, que vivió entre 1890 y 1937, admiró la obra de Edgar Allan Poe, nacido en Boston, Massachussets, en 1809 y fallecido en 1849. De hecho, Lovecraft ha mencionado explícitamente al maestro en algunos de sus relatos, como La casa maldita (The shunned house) o En las Montañas de la Locura (At the Mountains of Madness). Esta última obra es de 1931 y en ella Lovecraft cita la “Narración de Arthur Gordon Pym” (The narrative of Arthur Gordon Pym), publicada en 1838 por E. A. Poe, aludiendo a sus descripciones antárticas. Será este caso sobre el conocimiento científico al que me referiré en clave literaria.

*El idioma original en que está escrito este artículo es español. Mencionamos esto para considerar al utilizar la traducción automática que puede generar algunos errores.

 

Trama: exploración austral

 

No entrando aún en lo científico, quiero referirme primero a la documentación, proceso fundamental para las ciencias que permite, entre otras cosas, saber qué se sabe a la fecha sobre determinado tema y registrar observaciones en la naturaleza y/o experimentos. En este sentido, ambos autores debieron hacer exhaustivas investigaciones bibliográficas sobre la exploración de los mares australes y la Antártica.

    Pese a que En las Montañas de la Locura y Narración de Arthur Gordon Pym distan casi un siglo en su fecha de publicación, comparten el carácter romántico de sus protagonistas, quienes se encuentran realizando exploraciones que buscan aportar conocimientos a la humanidad. Tales exploraciones se muestran como sucesoras de hazañas verídicas, lo que da cuenta del proceso de documentación.

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Fotografía n° 1. 1911, Antártida. Un metereólogo y un geólogo de la expedición británica Terra Nova, liderada por Scott, antes de que todo su equipo polar muriera en el camino de regreso a su barco desde el Polo Sur. (Fuente: Scott Polar Research Institute / University of Cambridge / Hulton-Deutsch Collection / Corbis via Getty Images).

“…Lovecraft hizo lo propio en su relato, refiriéndose a exploradores antárticos “heroicos” como Shackleton, Amundsen y Scott -los últimos dos, líderes en expediciones que compitieron por la conquista del Polo Sur-; y presentando a su protagonista como un continuador de las hazañas de Byrd -el primero en sobrevolar territorio antártico- en una expedición científica multidisciplinaria”.

  En su escritura, los autores juegan en el límite entre lo verídico-documentado y la ficción, asumiendo que, en general, el público en esa época tenía menos acceso a la documentación usada por ellos y, a la vez, generando a propósito las sombras que envuelven sus misterios.

  El siglo que separa estas obras es una época romántica, de exploraciones y de hitos para la humanidad, donde la Antártida pasó de ser la Terra Australis Incognita -en la época de Poe, aún no se pisaba el continente – a ser un continente delimitado y recorrido en numerosas hazañas. Un período en que, en diciembre del año 1911, la exitosa expedición noruega liderada
por Amundsen alcanzó el Polo Sur.

   El protagonista de Narración de Arthur Gordon Pym cuenta cómo siendo tripulante de un barco llegó a ser parte de la historia de la exploración antártica, relato en el que incluye a sus predecesores (verídicos) y sus logros. Hacia 1830, esa historia estaba más bien centrada en los mares australes. Sobre la Antártida propiamente tal, se limitaba al descubrimiento de algunos mares, islas y la existencia de témpanos o barreras de hielo, lo que le permitió a Poe situar su fantástico y misterioso relato en esta terra incognita.

   Lovecraft hizo lo propio en su relato, refiriéndose a exploradores antárticos “heroicos” como Shackleton, Amundsen y Scott -los últimos dos, líderes en expediciones que compitieron por la conquista del Polo Sur-; y presentando a su protagonista como un continuador de las hazañas de Byrd -el primero en sobrevolar territorio antártico- en una expedición científica multidisciplinaria, conformada por su líder (geólogo), un biólogo, un ingeniero (quien ideó un instrumento de sondaje) y un físico y meteorólogo; además de estudiantes y técnicos.

   Nos acercamos a los datos científicos y, como se ve, los autores no se basan solamente en su fértil imaginación: también debieron aprender de muchas otras cosas para darle cuerpo y consistencia a sus obras.

 

Desenlace: ciencia antártica

 

Además de saludar la exploración austral de la literatura de Poe, Lovecraft también consideró la geología descrita en Narración de Arthur Gordon Pym para su relato. De hecho, Lovecraft usa los mismos tipos de rocas descritas por Poe como argumento para dar pie a su propio misterio -y a horrores indescriptibles, por supuesto-.

   En la obra de Poe, Gordon Pym hubo de refugiarse en cavernas del territorio polar. En ellas describe rocas circundantes como las “esteatitas” (“soapstones”) con curiosas estratificaciones, intercalaciones de roca “pizarra” en algunos sectores y “granitos negros” y margas. Las últimas rocas, tan frágiles que tenían curiosas muescas que parecían talladas: uno de los misterios.

   A Lovecraft le interesó a tal punto la geología de la exploración polar, que su protagonista y narrador (Dyer) es un geólogo. Resulta evidente la documentación, tanto de eras geológicas como de paleontología y tipos de rocas, a la que debió recurrir para crear su relato y enhebrar descripciones e interrogantes para esta ciencia.

   Las “esteatitas” y “pizarras” de las cavernas de Gordon Pym juegan un papel igual de protagónico en los misterios que envuelven En las montañas de la locura, creando así una especie de continuidad científica con a la literatura de Poe de casi un siglo antes; específicamente, una continuidad geológica en la ficción de ambas obras que considera exactamente las mismas rocas de las regiones polares.  

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Figura 2. El Terra Nova, barco de la expedición liderada por Scott, anclado en McMurdo Sound. 1911.
Fuente: https://rarehistoricalphotos.com/terra-nova-expedition-south-pole-pictures/

“En la obra de Poe, Gordon Pym hubo de refugiarse en cavernas del territorio polar. En ellas describe rocas circundantes como las “esteatitas” (“soapstones”) con curiosas estratificaciones, intercalaciones de roca “pizarra” en algunos sectores y “granitos negros” y margas. Las últimas rocas, tan frágiles que tenían curiosas muescas que parecían talladas: uno de los misterios”.

Epílogo: aclaratoria

 

Para despejar posibles dudas, la “esteatita” (“soapstone” en el idioma original de ambas obras) es una roca rica en talco que puede ser de color gris a verde (es verde en la obra de Lovecraft), y es de origen metamórfico. Por compresión de rocas preexistentes se generan nuevos minerales -como talco y clorita- los que, como láminas que se aplastan, se orientan perpendiculares a la compresión, igual que las fichas de dominó se ordenan entre las manos que se juntan. La clorita le da el tono verde a la roca; mientras el talco, un mineral en extremo blando y suave al tacto, le ha dado su nombre en inglés (“soap”: jabón y “stone”: piedra). En Chile, las llamamos de una forma más genérica: “esquistos verdes”.

La pizarra, por su parte, también es una roca metamórfica, con origen similar, pero en vez de talco contiene otros minerales que no la hacen jabonosa. Ambas son rocas frágiles, que se rompen con facilidad en los planos de las láminas recién descritas. Todo eso es muy consistente con lo que se describe en ambas historias, y esas características permitieron a los maestros generar una increíble cuota de terror y suspenso en ellas. Cosa que hoy, misteriosamente, me resulta imposible narrar.

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Referencias

H.P. Lovecraft. En las montañas de la locura y otros relatos. ed. Alianza editorial, 2011; 5ta reimpr., 2017.

Edgar Allan Poe. Narración de Arthur Gordon Pym. ed. Plutón Ediciones, 2020.

D. McGonigal, L. Woodworth. Antarctica: the blue continent. ed. Firefly Books, 2003.

Alejandro Sánchez Valenzuela

Es penquista, andinista aficionado, doctor en ciencias y profesor en la usach. Tras vivir nueve años en Talcahuano y alrededores, y Copiapó, se radicó en Santiago para estudiar, lugar donde aún reside -y escribe, como Sancho Recabarren-.

Tiene formación profesional de geólogo con la cual ha abordado estudios de la naturaleza, y desde donde ha comenzado a estudiar los aportes de esta disciplina a la cultura, con un eje de patrimonio cultural. Ha realizado trabajos interdisciplinarios con ingenieros, periodistas y psicólogas, presentando resultados en congresos de geología y de teoría social; y en el “Primer encuentro científico de la cuenca del Maipo” gestado por organizaciones ciudadanas. También ha sido coordinador del Grupo de Especialistas en Educación de la Sociedad Geológica de Chile.

Como escritor, ha publicado poemarios, fotografías y un cuento, en dos libros, además de colaboraciones en revistas en-línea y sitios en internet. En noviembre, 2023, fue distinguido con una Mención Honrosa en los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la I.M. de Santiago.

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Diagramación: Paulo González