Este texto está dedicado al diseñador Alex Blanch, ex Director de la escuela de Diseño de la Universidad Católica de Chile.

Cuando hablamos de diseño muchas veces se nos vienen a la mente varias ideas. Podemos pensar en un objeto bello (una escultura) o funcional (una silla). Estas son algunas de las imágenes que tenemos cuando hablamos de este campo del quehacer humano.

El diseño se convierte en disciplina durante el siglo XX, bajo la influencia de diversos movimientos y escuelas que marcaron su rumbo no solo desde la dimensión objetual o visual, sino que lo marcaron con ideas y conceptos muchas veces desde una profunda perspectiva social.

Fue el caso del Arts & Craft con su impronta ética sobre la artesanía y la dignidad del trabajo del hombre. O el Bauhaus, con la idea de la proyección de un mundo mejor al vincular las ideas, el hacer y la industria. Todas estas, entre otras, se preocuparon por el desarrollo de un hombre integral.

Pero hoy luego de un par de guerras mundiales, de la bomba atómica, de los viajes a la Luna, de la irrupción de las tecnologías digitales y los asombrosos avances científicos, cuando hablamos de diseño, ¿a qué nos estamos refiriendo? ¿Es el mismo diseño de hace 40 años? ¿Cuáles serían sus retos actuales?

Las respuestas pueden ser muchas y muy diversas, incluso contradictorias. Además, la palabra “diseño” se puede usar en muchos contextos y quehaceres, y está presente en muchas prácticas. “Estamos diseñando un plan para el regreso de automóviles para este fin de semana”, “Tenemos que diseñar la mejor estrategia para implementar con los alumnos”, entre otras frases que es posible escuchar en contextos diferentes al de la disciplina misma del diseño, dando cuenta de que es una palabra usada para designar un “algo” a futuro en base a una acción presente.

El diseño se relaciona habitualmente con la actividad creativa en alguna de sus formas. A la creación de objetos como sillas o bicicletas, imágenes como afiches y tipografías, de vestuario o el textil, por mencionar algunas. 

A diferencia del arte, el diseño es un tipo de creación al cual se le atribuyen ciertas características funcionales, por ejemplo “que sirve para algo”, “funciona o no funciona”, entre otras. Podríamos decir que tiene un objetivo fuera de sí mismo. Pero siempre el diseño se referirá, de una u otra manera a la forma. 

Esto si entendemos la idea de “forma” en un sentido muy amplio, pudiendo ser tanto la forma física de un elemento, la forma que surge de la configuración de un proceso (la forma de una experiencia), o la forma que se establece al diseñar interacciones entre personas humanas, personas no humanas, o incluso máquinas.

Desde ciertas perspectivas, es posible considerar que el diseño se preocupa de cuál es la forma que tiene la forma. Una especie de meta forma. Así, hoy se ha abierto un espacio para el surgimiento y convivencia de muchas opciones diferentes en diseño: diseño gráfico, interactivo, de experiencias, de interacción, de servicios, centrado en el usuario, centrado en el proceso, entre muchas otras. 

Con esta variedad y posibilidades, en un escenario donde también podemos tener acceso a lo que sucede al otro lado del mundo en cuestión de segundos, el diseño deja de tener una forma propia y definitiva, y pasa a adoptar la forma de los problemas que aborda.

El diseño hoy ofrece muchas posibilidades para la acción, con muchas caras. 

En años recientes han aparecido campos de investigación y desarrollo que llevan la palabra diseño adosada. Estos son algunos ejemplos:

• Data driven design que busca dar la forma a elementos en base a datos. 
• Diseño especulativo que busca imaginar escenarios futuros en base a la pregunta “qué pasaría si…”.
• Diseño adversarial que busca generar explícitamente campos de disenso y discusión como medio de favorecer la discusión democrática. 

Entre otros casos. 

Y más aún, hacia el futuro se abren otras posibilidades, y muchas de estas ya se avistan en el horizonte, muchas bajo el alero de la tecnociencia, como por ejemplo la Inteligencia Artificial y el machine learning. 

Es posible también pensar qué rol tendrá el diseño en la exploración espacial, o en el diseño post planetario, o en un escenario de crisis climática, o un diseño post genético cuando ya tenemos la capacidad técnica para la manipulación genética. 

¿Será posible diseñar cuerpos para vivir en otros planetas? ¿Podremos diseñar dispositivos para aumentar la inteligencia biológica? ¿Será posible diseñar el rumbo de nuestra propia evolución? Preguntas abiertas e inquietantes donde el diseño, como disciplina y como concepto, estará presente, y donde las consideraciones éticas también serán cada vez más relevantes.

El diseño también tiene una capacidad observacional, y desde esta particularidad también pueden ayudar a encontrar isomorfismos y  estructuras comunes entre diversos dominios. 

Esto sin duda puede ayudarnos a generar conexiones entre disciplinas, justamente para comprender la realidad desde una perspectiva más unitaria.

Como ejemplo del espíritu transdisciplinario en creación y ciencia es posible mencionar el libro de D’Arcy Wentworth Thompson (1860, 1948) “Sobre el crecimiento y la forma”, publicada en 1917. 

Con magníficas imágenes de estructuras naturales de peces, animales, insectos, entre otros, indaga en los procesos en que los seres vivos y otros fenómenos adoptan formas particulares que poseen. 

Pero no solo es ejemplo de buena ciencia en cuestiones de forma, sino que lleva la misma idea de diseño en base a procesos naturales, a un territorio de fascinación por la belleza de la naturaleza. La estética y lo sublime tendrían así presencia en el quehacer científico. 

Este es solo un ejemplo de muchos que podemos explorar y que nos ayudan a comprender los vínculos entre disciplinas que aparentemente son distintas, pero que pueden tener mucho en común. Y esta es la relevancia, comprender dichos vínculos disciplinares, para construir una mirada integradora de la realidad.

Fuentes de consulta

Ricardo Vega

Es diseñador y artista, con estudios en Visualización de la Información (IDEC-Pompeu Fabra, Barcelona), y MFA Diseño y Tecnología (Parsons, The New School, Nueva York). Trabaja en la intersección entre arte, diseño y otras disciplinas, buscando encontrar relaciones inesperadas entre ellas. Para esto, explota diversas herramientas como lápiz y papel, programación y otros materiales, para la creación de gráficos, sistemas interactivos, libros impresos, objetos, entre otros. En algún momento, espera embarcarse en un sueño de hace mucho tiempo, la astronomía, pero siempre desde una perspectiva estética y creativa.

Diagramación: Diana Martín, Oswaldo Romero